He aquí, esquemáticamente, el programa general de la preparación psicológica del deportista tal como se sigue en muchos equipos y federaciones deportivas de élite.
1) Establecer un buen contacto humano y amistoso con los esquiadores. En PNL lo llamamos rapport. Resulta de capital importancia que el psicólogo esté profundamente integrado en el grupo, que viva la misma vida que los deportistas de competición, coma y se entrene con ellos, esforzándose en todo momento por establecer un contacto amistoso de modo que se gane su confianza.
2) El psicólogo debe ser un buen deportista Es este un punto muy importante. Para estar profundamente integrado en el grupo, el psicólogo debe ser capaz de acompañar a los corredores en las pistas durante el entrenamiento, y estar presente en la salida de las carreras.
3) Procurar conseguir que los miembros del equipo se lleven bien. El equipo debe ser coherente, formar un verdadero bloque. La lucha por la victoria es una lucha común, y hay que sentirla no como un éxito individual sino como un triunfo del equipo. Hay que eliminar los celos. En la carrera, cada uno debe hacer el máximo esfuerzo para intentar ganar. En caso de fallo o derrota, el corredor que no ha tenido suerte debe sentir el apoyo moral de los otros miembros de su grupo. La moral hay que conservarla, mantenerla lo más alto posible, y eso a lo largo de toda la temporada. En caso de accidente con hospitalización, el corredor herido debe sentir que les hace falta a los otros, a sus camaradas que van a visitarlo. Y si esto es imposible, se le darán por lo menos noticias de cada etapa. No solamente deben llevarse bien los corredores sino también el equipo con el jefe de equipo, el entrenador y el coach.
4) Estudio psicológico individual. Comienza por una anamnesis tan completa como sea posible, tanto en el plano físico como psicológico. El atleta debe confiar en el psicólogo y contarle sus problemas personales si lo necesita. Desde luego el secreto profesional debe ser absoluto. Algunos tests psicológicos clásicos, sencillos, permiten adaptar métodos de relajación a cada uno de los atletas, e incluso renunciar a toda preparación psicológica de algunos de ellos.
5) Ejercicios de concentración individuales y colectivos. No hay duda que las facultades de concentración mental son un considerable apoyo para la realización de una hazaña deportiva. Existen numerosas posibilidades de mejorar las facultades de concentración. Ejercicios de dificultad creciente, que van de la visualización de un objeto a las asociaciones de palabras, acostumbran poco a poco al deportista a mantener fácilmente su concentración de espíritu y así pensar solamente en una cosa durante cuatro o cinco minutos, tiempo medio de las competiciones actuales.
6) Aprendizaje del entrenamiento autógeno, individual y en grupo. El entrenamiento autógeno de Schultz, individual y en grupo debe ser adaptado a cada caso, según Abrezol, tanto en lo que se refiere a la duración del aprendizaje como a las palabras empleadas. Además hay que utilizarlo para reforzar el Yo del sujeto, aumentar su confianza y suprimir el miedo.
7) Aprendizaje de la relajación dinámica de Caycedo. Es bueno también que los miembros del equipo se sometan igualmente al aprendizaje de los diferentes grados de la relajación dinámica de Caycedo. Abrezol hizo una ligera modificación de esta técnica para adaptarla y poder emplearla con sentido común en el concreto campo del esquí. Y esto para aumentar la energía, la combatividad, la concentración, y suprimir completamente él miedo. Durante los ejercicios del primer grado de la relajación dinámica en el que los miembros del equipo con los ojos cerrados, las piernas separadas, se abandonan a la recuperación, Abrezol no les pedía que se concentraran en un objeto natural sino que se imaginaran mentalmente, que se vieran sobre una pista, efectuando un descenso y procurando corregir sus errores. En cada fase de recuperación la imagen se hace más precisa y más clara, hasta el punto de que en el curso de los últimos ejercicios se hace dominante y subsiste permanentemente en el espíritu. El atleta se ve liberado de su miedo, adquiere una total confianza en sí, mejora su espíritu de combatividad y camaradería; se siente también con una gran energía física, capaz de luchar hasta la meta sin experimentar la menor fatiga.
Después de haber realizado todos los ejercicios el sujeto se tiende en tierra, en el puro suelo, sobre la espalda, y se abandona a la relajación total, tanto física como moral. Generalmente en toda la última fase, antes de salir de su estado, los miembros del equipo practican un entrenamiento autógeno clásico. Abrezol insistía en que si estos ejercicios se hacen bien, de un modo automático, los resultados son extraordinarios y susceptibles. de ayudar considerablemente a los atletas tanto en sus resultados deportivos como en su vida privada.
8) Ejercicios adaptados a cada deporte para mejorar la concentración y el dominio de si. Se introducen como complemento de los anteriores. No hay que cometer el error de querer enseñarlo todo al mismo tiempo. Solamente cuando el entrenamiento autógeno clásico y la relajación dinámica se han asimilado bien, comprendido perfectamente, se pueden abordar ciertos ejercicios de yoga que permiten mejorar la concentración y el dominio del cuerpo. Hay que adaptar los ejercicios a cada deporte.
9) Charlas individuales sobre los problemas personales. Decía Abrezol que hay que mantener un contacto casi constante con todos los miembros del equipo de modo que se les pueda ayudar a resolver los diferentes problemas que plantea la vida y que a su edad suelen ser complejos. El psicólogo responsable del equipo debe en efecto intentar encontrar una solución racional a estos diferentes problemas, ya que toda preocupación es en un deportista un objeto de distracción que amenaza perturbar la concentración indispensable para la competición. Si el corredor se siente respaldado, ayudado, su moral sigue siendo buena y tiene gusto en participar en la prueba. Con frecuencia al final de la temporada se observa un cierto cansancio y lasitud muy comprensible. En estos períodos de fluctuación son de gran ayuda las técnicas de relajación porque ayudan a los miembros del equipo a "resistir" hasta el final, conservando un cierto gusto por la competición.
10) Conferencias de información sobre la psicología. Es conveniente que los sujetos sometidos a entrenamiento psicológico comprendan las razones, los objetivos. Hay que explicarles para qué sirven los tests psicológicos y hacerles también comprender las modificaciones que se producen en su organismo durante los diversos ejercicios de relajación. Lógicamente se trata de conferencias de vulgarización, sencillas, claras, muy esquemáticas, que se acompañan de la proyección de numerosos croquis destinados a facilitar la comprensión. Esta enseñanza se completa con nociones de psicología general y de teorías fundamentales, de modo que se amplíe el campo de los conocimientos y se eleve el nivel intelectual de los miembros del equipo.
11) Conferencias sobre el equilibrio de la vida. Estas conferencias, cuyo tema se sale del cuadro de la formación puramente psicológica, están destinadas a preparar a los jóvenes para llevar una vida equilibrada en el mundo en que vivimos. Se insiste en la necesidad de un equilibrio entre el trabajo, los tiempos libres y el reposo, siendo este último muy importante porque se necesitan por lo menos ocho horas de sueño diarias para asegurar una buena recuperación. Luego de la conferencia se realiza una charla abierta en la que cada uno puede expresarse libremente y dar su opinión. Los problemas sexuales son igualmente abordados en grupo y en privado. Las discusiones que nacen al final de estas conferencias enriquecen siempre y aceleran considerablemente la integración del grupo.
12) Conferencias organizadas sobre los problemas de cultura general. Los temas desarrollados son muy diversos. Puede tratarse de viajes, con proyección de películas, de un cursillo de reanimación o incluso de cursos de idiomas. Tienen esencialmente como finalidad distraer el espíritu con temas interesantes y variados, que no tienen ninguna relación con la preocupación principal del esquí.
Fuente: Carlos Fernández Picabea