Transcribo el comentario de Eneko Llanos en su web, ya que dice mucho de él y su gran éxito en el Ironman de Lanzarote...vamos un carreron!! (http://www.enekollanos.com/index.php)
Kilómetro 90 de la bici, ruedo en cuarta posición, la carrera por delante se me va, mi mente se llena de pensamientos negativos, no voy bien, se me escapan los primeros, voy a perder la plaza para Hawaii... quien me mandaría a mi escribir en mi web que el de hoy iba a ser un gran día... ¡¡Cállate!! Me grito, paro esa cadena de negatividad, respiro hondo, me centro en mi ritmo, mi frecuencia cardiaca me dice que voy a buen ritmo... tengo que hacer mi carrera, el Ironman apenas acaba de empezar, queda mucho por delante...
Nunca, nunca, nunca hay que tirar la toalla en un Ironman. Desde luego que la mejor virtud que uno puede tener en la larga distancia es la paciencia, algo que sigo aprendiendo día a día, carrera a carrera. Hay que seguir luchando y peleando incluso cuando todo se pone cuesta arriba, si no que se lo pregunten a Catriona Morrisson vencedora femenina que estuvo media hora esperando en la cuneta a que le arreglaran la cadena...
Lo mío no fue tan extremo y eso que tuve problemas desde los primeros kilómetros de bici donde por culpa de un fuerte bache perdí los dos bidones con todo mi alimento líquido. La verdad es que no le di demasiada importancia a este hecho, nada podía hacer ya para recuperar mis bidones así que sobreviví a base de plátanos y trozos de barrita energética que cogía en los avituallamientos. Iba bien de fuerzas, el día era perfecto, sin viento y con el cielo nublado en la primera parte de la bici. Intenté seguir a Twelsiek y Graves pero su ritmo era superior al mío, preferí no cebarme y hacer mi carrera, aunque eso me supusiera un bajón psicológico que tuve que resolver. En el Mirador de Haría recogí el avituallamiento especial, no sin otro pequeño susto ya que el bidón de repuesto que allí había dejado se me resbaló de las manos y vi como rodando se metía por una alcantarilla; esta vez no podía prescindir de él, así que paré, bajé de la bici y como pude rescaté el bidón del agujero adonde había caído, vaya, este no parecía mi día. Dejé la bolsa del avituallamiento especial bien surtida, hombre precavido... y tras zamparme en dos bocados una chocolatina y pegar un par de buenos tragos a mi bidón de comida recobre fuerzas y afronté con ganas la subida al Mirador del Río. Las referencias con los de delante seguían aumentando pero ya no me afectaban, concentración total, rodando a mi ritmo, reorganizando mi consciencia. Llegando al final de la bici alcancé a Graves que iba muerto, esto me animó un poco más, estaba claro que el ritmo que habían llevado era excesivo y acabarían pagándolo. En los pocos kilómetros que me quedaban hasta Puerto del Carmen hice cálculos y llegué a la conclusión de que para coger a Twelsiek tendría que correr en 2:45. Me lo grabé en la cabeza 2:45, 2:45, 2:45...
Desde luego era un objetivo ambicioso pero nada más calzarme las zapatillas salí a por ello, corriendo unos primeros kilómetros de la maratón como nunca antes, pasé los 10 Km. en 35’, camino de 1h12’ en los 20 kilómetros. Ritmos altos pero en los que me encontraba cómodo. Así pronto alcancé a Bert Jammaer que había dejado la bici tres minutos antes que yo y los 13’ que me sacaba Twelsiek pronto se redujeron a menos de la mitad, bajé un poco el ritmo, no hacía falta arriesgar más, volvía a estar en carrera y con serias opciones de hacerme con la victoria, los ánimos del público me llevaban en volandas, cuantos amigos animando y cuanta gente que sin conocerme me animaban por mi nombre y me empujaban hacia la meta con sus gritos de apoyo. Mil gracias a todos los que durante el fin de semana me han animado y apoyado, sin esta ayuda vuestra hubiese sido imposible. Fue un final de carrera muy emotivo, unas horas antes casi lo había dado todo por perdido y ahora encaraba la recta de meta en primera posición, todo el esfuerzo, el sufrimiento y el trabajo había dado sus frutos, no cabía de gozo, alegría inmensa que explotó cuando crucé la línea de meta y me abracé a Rut... no soy de lágrima fácil pero esta vez se me escaparon unas cuantas. Sin duda es uno de los Ironman que más me ha hecho llorar. Y es que en el Ironman de Lanzarote “Anything is possible”.
ENHORABUENA ENEKO!!!